Triste y doloroso por cierto, porque da la impresión de que los jugadores han perdido un valor inestimable: la confianza en sí mismos, y esa falta de seguridad es lo que los lleva a flaquear en sus convicciones, convocando a los errores a la hora de tomar decisiones.
Y entonces les volvió a pasar, que inmediatamente después de perderse un gol, el primer ataque del equipo rival expuso nuevamente a una defensa que ya no muestra esa solidez que supo tener (incluido Arias) y a los 3 minutos gol de Unión.
Un equipo que también presentaba una formación con varios suplentes, volvía a golpearlo anímicamente, pero con diferencia al partido anterior, de a poco pudo recomponerse, tomando el dominio del partido y generar muchas situaciones de gol en el primer tiempo, de las cuales tres o cuatro fueron muy claras, no solo para empatar el encuentro, sino para ganarlo.
Sobre todo las que llegaban a través de Solari por derecha, pero si bien el arquero Moyano respondía acertadamente, la inoperancia de la ofensiva académica es ya alarmante y al no concretar las mismas, alimenta esa pérdida de confianza.
Cerca del final de la primera etapa, Garré tuvo que reemplazar a Solari, ( otro más y van…) un jugador que había sido el mejor hasta ese momento y que sufre esta lesión porque es el único de los volantes que entiende lo que es el sacrificio a la hora de recuperar (desde su posición cruzó toda la cancha para salvar un contragolpe a espaldas de Mena.)
Pero el segundo tiempo es para preocuparse y mucho, porque de sostener a Unión prácticamente en su campo, lo dejo crecer y además no llego nunca más a inquietar a Moyano.
Racing comenzaba a destruirse a si mismo, porque cada vez jugaba peor y además de dar esa imagen de “entregado” comete desaciertos y deja espacios para que rival siempre tenga la posibilidad de convertir otro gol, como el que llegó a los 25 minutos en una jugada que desnuda toda la fragilidad de este equipo a la hora de defender.
Pero hay algo que transmite este equipo, que por lo menos a mí como hincha me hace pensar que este esconde algún motivo que lo ha llevado a cambiar tanto, no en el juego en si, sino en la intensidad y en la rebeldía para superar malos momentos dentro de un partido (ejemplo: Independiente y Aldosivi antes de la Pandemia), para transformarse en un equipo como “desgastado” , sin reacción y carente de actitud, lo que se puede ver en jugadores que pierden la pelota y no se esfuerzan en correr a recuperarla o que pierden en todas las pelotas divididas.
Porque si bien es importante tratar de jugar bien, un jugador nunca debe renunciar a sacar de adentro lo que hay que tener, para pelear el partido si no se logra lo anterior.
Hasta pronto.
El hincha que hincha. Un hincha de Racing Club de Avellaneda, con todo lo que eso significa.
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