Perfil de Darío Cvitanich: “El arte del goleador simple”
El centrodelantero de Banfield llega a Racing para ocupar el espacio que dejó la partida de Gustavo Bou. Con la imperiosa necesidad de sumar a un goleador que compita con Cristaldo, el ex Boca y Ajax es el primer refuerzo del verano. Cvita, la obsesión de Coudet, ya está en casa.
Si a este puntero de la Superliga le faltaba algo, era alguien que tome el rol de convertir todo lo que el equipo genera. Que la responsabilidad del gol no recaiga sólo en Lisandro López, abocado más a la gestación en los últimos metros. El Churry Cristaldo, aportador de grandes momentos y dueño de una voluntad inmensa, no pudo también hacerse cargo de los tantos. Esto, sumado a la ida de Gustavo Bou, generaron un vacío que había que llenar. Y Darío Cvitanich fue el elegido para eso. Una de los deseos más intensos de Coudet se hizo realidad.
Nacido en Baradero, Cvitanich tiene un currículum pesado a sus 34 años (cumplirá 35 en mayo). Uno de esos que llenan la planilla de “jerarquía”: goles, clubes importantes, goles en Clásicos, títulos, finales de Copa. Tras dar sus primeros pasos como juvenil en instituciones de su ciudad natal, llegó a Banfield, el club que lo acobijó, donde se afirmó y transformó en una de sus figuras. De la mano de Julio César Falcioni, dio inicio a su carrera en 2003.
Posiblemente su forma de jugar no sea la mejor para armar un compilado en YouTube de esos que destellan. No es artífice de grandes lujos o movimientos de PlayStation. Lo suyo va por otro lado, por lo efectivo y lo simple. La velocidad mental para saber adónde ir, con quién juntarse, manejar los tiempos. A su destacada técnica el paso de los años le agregó sapiencia. Como sabio del área, es una mezcla fundamental para seguir vigente.
El primer paso por el Taladro fue emblemático para el conjunto del Sur. Miembro de una camada que llegaría a grandes planos individualmente (Paletta, Renato Civelli, Dátolo, Barbosa), fue una referencia en las participaciones en la Copa Libertadores. Con 39 goles en 100 partidos, goleador del Clausura 08 y un recordado triunfo por 5-0 ante Lanús en La Fortaleza, Cvitanich ya había demostrado las condiciones que lo acompañaron en toda su carrera: letal frente al arco, con presencia e inteligencia para moverse en ataque y destacada técnica para definir y sumarse al circuito de juego.
Su millonaria venta a Ajax derivó en la creación del Banfield campeón. A la lejanía, su paso por Holanda quizás no haya sido el más destacado. Arrancó bien, prometiendo sostener lo que logró en Argentina, pero se fue pinchando. Sus números no son malos: 13 goles en 41 encuentros a lo largo de tres años (un título) suenan bien. Sin lugar tuvo dos préstamos consecutivos. El primero a Pachuca, donde hizo 16 goles en un año, salió campeón de la Concachampions y disputó un Mundial de Clubes. El segundo, a Boca.
Antes de llegar al Xeneize en 2011, Cvitanich estuvo muy cerca de ser jugador de Racing. Tras una larga negociación para quedarse con la cesión, Darío y Ajax prefirieron a Boca. En el club de La Ribera se reecontró con Falcioni, su mentor. Alternando titularidad, tuvo un muy buen año consiguiendo el Torneo Clausura y llegando al final de la Libertadores. Sus diez goles en 40 partidos dejaron un grato recuerdo.
Su punto más alto lo tuvo en Niza, donde duró tres temporadas. En un club menor de Francia logró continuidad y grandes números durante su estadía. Con 36 anotaciones en 76 presentaciones, tuvo una labor destacada. Antes de retornar a Banfield, tuvo dos escalas en Norteamérica: Pachuca nuevamente (4G en 16PJ) y Miami FC (9G en 27PJ).
Luego, ya en el Taladro, lo sabido: delantero top y experiencia en un equipo lleno de jóvenes que pelearon el torneo ante Boca hasta el final. En el Sur demostró que está intacto, su categoría sigue siendo un lujo para este fútbol. Racing puede ser su último gran desafío, uno a la altura de su jerarquía.
Foto: Prensa Racing Club
Periodista
Ramiro Cué Barberena
Técnico Superior en Periodismo Deportivo (Éter) Rock and Ball