La venta de Lautaro al Inter italiano dejó las arcas llenas de dólares, pero futbolísticamente dejó un equipo sin estrella que bajó algún escalón en cuanto a categoría. Pero también vació un hueco en el corazón de los hinchas que lo vieron brillar en Racing.
Sin embargo, su reemplazó quedó en manos del hombre que siempre tiene algo más para dar, aquel que tenía capacidades de sobra para la autogestión, que a pura potencia derribaba defensas y arcos rivales. Gustavo Bou volvió a la Academia para sustituir al juvenil que llenó –con creces- el espacio que la propia Pantera formó con su partida al fútbol mexicano.
El artillero tuvo un camino irregular y poco feliz hasta que Diego Cocca lo hizo topar con Racing. Desde ese momento en adelante, la vida de ambos cambió como si fuese un guión de una película romántica llena de clichés. Bou es un futbolista hecho para la Academia. Es como un superhéroe que siempre puede hacer algo más.
En sus impactantes números (45 goles en 100 partidos) se vislumbra un exitosísimo primer ciclo en Avellaneda: tantos en Clásicos, en Copa Libertadores, que sirvieron para remontar partidos, que valieron un título; verdugo veraniego de Boca e Independiente; héroe de la única victoria en el Libertadores de América.
El éxito y las mieles de ser la figura de un equipo grande no lo marearon ni le sacaron las prioridades de su mente. Siempre pendiente de Concordia, siempre al pie del cañón para su gente en el Barrio Nebel, aprovechó su exposición para colaborar ante los infortunios que arrecian a su pueblo natal. Ese perfil bajo, sin aires de diva ni soberbia son otro de sus fuertes y son características que detallan perfecto su calidad humana, un aspecto que fue destacado por sus compañeros.
La explosión que tuvo Bou en Racing no se condice con sus pasos previos en su carrera. En siete años desde su debut en Primera, sólo había hecho 16 goles repartidos en cuatro clubes distintos, ni la mitad de todos los que hizo con la celeste y blanca. Canterano de River, donde fue resistido (sólo hizo tres tantos en 33 partidos), fue parte del Clausura 08 –un juego nomás-, el descenso y participó en la B. Tras quedar libre para la temporada 12-13 fue a Olimpo en el Torneo Nacional, donde fue figura y goleador para que el Aurinegro regrese a Primera. En Bahía Blanca aportó ocho goles en los 35 encuentros que tuvo.
A pesar de una buena actuación en el Sur bonaerense, su trayectoria continuó en baja con infructíferos pasos por Liga de Quito (cuatro goles en 20 cotejos) donde no se adaptó y un torneo en Gimnasia (uno en 13 PJ) hasta que llegó a Racing envuelto en polémicas, críticas y acusaciones por ser manejado por el mismo representante de Cocca. “Lo traigo a Bou porque me gustan los buenos jugadores”, fue el espaldarazo del entrenador para el entrerriano, que se defendió en la cancha.
Su ciclo en Xolos fue muy bueno. Llegó a las semifinales de la Liga MX con un equipo poco tradicional en esas instancias y eliminando a Monterrey, uno de los favoritos. Con diez goles en 36 partidos llega al dente y en buena forma futbolística. Aunque esto poco tenga relación, porque Bou siempre encuentra un plus cuando tiene la camiseta de Racing.
Por Ramiro Cue
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