«Mirá que lo ganamos en el segundo tiempo» le decía uno de los pocos hinchas que creía que la noche iba terminar como finalizó, a otro que estaba re contra enojado con el nivel de la Academia en la primera parte.
Un Racing que era dominador de la pelota. 71% vs 29% en la primera mitad, sin embargo no era profundo y estaba muy impreciso ante un Rosario Central que quitaba para distribuir la pelota en contragolpe de derecha a izquierda.
Sin embargo, Racing se ponía en ventaja con una mano de los propios defensores «Canallas» que le regalaron en el área chica a los jugadores académicos. Éste lo termina por aprovechar Charly Alcaraz para marcar el 1 a 0.
El partido uno creía que la Academia lo iba a manejar a placer, pero pasó todo lo contrario. Lautaro Blanco y Bounanotte se hicieron un picnic con la espalda de Mura y la precariedad defensiva que mostraba la zaga Sigali-Insua, sobretodo el último nombre, que jugó para que lo sacarán.
Cuestión, un Rosario muy vertical sin marca por el mediocampo de Racing, a los 19′ con F. Almada; 24′ con F. Buonanotte y 33′ con A. Veliz; ponía un 3 a 1 que parecía inrremontable. Fernando Gago acentaba con su cabeza la poca credibilidad defensiva que tenía el equipo en la noche. Prácticamente estuvo en coma durante 35′.
Es así, como en el segundo tiempo Fernando Gago pone a Cáceres para jugar con una línea de 3 escondida. Afuera Hauche y J. Goméz. Con los ingreso de Carbonero y Emi Vecchio, Racing mejoró, y como. El paciente comenzó a mostrar recuperación.
En una ola de tres minutos la Academia igualaba el marcador y en el estadio Presidente Perón se vivía a todo o nada. Primero a los 65′ E. Vecchio decretaba la ley del ex y a los 67′ Maxi Romero, el tigre en modo salvaje rugia en el aire para poner el empate.
Se sabía, se presentía, que Racing podía ganarlo y así fue. Como el 3-2 vs. ELP en el 2001 o como el 1-0 vs. QAC en el 2014, o como aquel 3-1 vs. Indepte en el 2018; Anibal Moreno de cabeza, con un corazón enorme, al minuto 91′ le daba la victoria a la gente académica para que explote el Cilindro.
Un Racing que no brilla por su juego, por las elecciones del once titular, por los pecados de la defensa, pero que gana, y una victoria trae otra victoria dicen los que saben. Este equipo hoy jugó como ese Vikingo que estaba obsesionado con llegar a tierras inglesas desde el mar nórdico.
4ta victoria consecutiva, con un corazón enorme que se representa en las lágrimas de Anibal Moreno. Una hinchada que se fue con descontenta en el PT, pero que en la segunda mitad lloraban, se acordaban del vecino y mandaban saludos a los «canallas» con el 4 a 3.
Se viene Defensa y Justicia en Varela, la acadé necesita que todos estemos atrás de esta locura que nos ilusiona con ver a Racing nuevamente en lo más alto del fútbol argentino. El camino es el segundo tiempo, el de los electroshock, porque en el primero tuvimos un respirador puesto y nos desconectaron por un momento.
Amo Avellaneda. Amo la UNDAV. Amo estar haciendo periodismo en la vereda correcta.
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